Como ya sabéis la mayoría, mi abuelo fue ganadero bastantes años, hasta hace cuestión de meses criaba vacas para vender lo que se conoce como «ternera de un año».
Varias veces os he hablado de Quintero, el imponente toro que allí vivía y hoy quiero contaros una anécdota sobre él.
Quintero era un toro que fue traumatizado por un señor que le asustó con una puerta, por eso era desconfiado y debíamos tener cuidado para no estresarle.
Mi abuelo no entendía qué le pasaba a Quintero, y así pasaron varios días en los que el toro abandonó todas sus costumbres para dedicarse a seguir a mi abuelo donde fuera.
Quintero, podríamos decir que pasaba de la gente, su máxima preocupación era vigilar a las vacas y becerros que componían su familia.
Un día mi abuelo, al llegar a la finca, notó que Quintero le perseguía por todas partes. Le esperaba en la puerta de casa, le seguía tras el coche por el terreno, se quedaba a su lado mientras trabajaba el campo.
Mi abuelo no entendía qué le pasaba a Quintero, y así se sucedieron varios días en los que el toro abandonó todas sus costumbres para dedicarse a seguir a mi abuelo donde fuera.
Finalmente mi abuelo, ya agobiado por la situación, decidió averiguar qué quería Quintero. Y cuál fue la sorpresa al descubrir que debido al roce de sus muslos, la piel se le había dañado de tal forma que las moscas depositaron sus huevos y… Se lo estaban comiendo los gusanos.
Así, Quintero se dejó inspeccionar una parte tan delicada, caminó junto a mi abuelo a la zona donde les inmovilizan para darles asistencia veterinaria sin poner resistencia.
Y con unas pinzas, uno a uno, mi abuelo fue quitándole los más de 200 gusanos que estaban devorando su cuerpo.
Me encanta esta historia porque demuestra el gran mundo emocional de los animales, Quintero necesitaba ayuda y la pidió, comprendió que pese al dolor y las molestias, mi abuelo estaba curándole. Y encontró las estrategias para transmitir su situación.
Hoy es un buen día para reflexionar y empezar a tomar decisiones responsables con todos los animales.
Porque el deseo de vivir y disfrutar, no entiende de especie.
Hermosa historia!!!
Que bonita historia me ha encantado y emocionado porque me ha recordado a mi abuelo que tambien tenia una relacion muy especial con los toros.
Enhorabuena por haber vivido una historia tan bonita
Precioso. A ver si las gente empieza a darse cuenta que los animales son sintientes, inteligentes y que quieren vivir. Tienen derecho tanto como nosotros
linda historia…la sensibilidad de algunos humanos y la total confianza de los animales en todos…
Amo y respeto a los animales,como a las personas dignas,ellos tienen derecho a vivir como cualquiera de nosotros,son seres maravillosos,llenos de luz!! Bella historia!!
Es un animal un poco mas grande pero sus sentimientos son iguales. Solo hay que tratarlos bien
Estas historias me dan animo.Saber que hay muchas personas que saben entender los animales.Siempre he tenido animales en casa y muchas veces he entendido cuando quieren decirme algo.
Hola Amanda!
Mis compañeros de vida, además de otros humanos, son 5 gatos y 3 perras; unos son más cercanos y otros más independientes y todos, cuando están malos vienen tras nuestro: pesarosos, llorándonos y así, muchas veces los observamos mejor y ya claro, es que están malos.
Los animales, si les damos confianza, sí confianza, les hacemos sentir importantes son igual que nosotros, lo que ocurre que no pueden hablar pero eso ya lo sabéis todos jjjjj.
Un besito.
Gracias por este sitio.
Animo Quintero .
Siempre hay gente noble y con compasion, a pesar de tanto sadico de este pais.
ole por el toro y por supuesto ole al cuadrado por tu abuelo.Ojala todos los seres vivos nos comportaramos asi